martes, 5 de junio de 2012

Amor entre Lienzos.

Hace sol y la cortina, que debe hacer de barrera contra esos rayos, está recogida con los lazos de los laterales. Seguro que mi madre ha estado aquí, piensa. Y eso significa que es el día que toca algo muy especial de comer:
-Arroz con patatas -dice mientras olisquea el aire, cerrando el aire para concentrarse en el aroma de su casa y distinguir la comida de su madre. Aún recuerda cuando su abuela lo hacía en aquella pequeña cocina de azulejos claros.
Se despereza y sale de la habitación. Nada más salir de la habitación, el olor se intensifica y abre su estómago rugiendo. Se encamina hacia la cocina con la ropa interior de esta noche y sonríe al ver el puchero del que salía humo.
-Hola, mamá.
-Hola, cielo. ¿Te gusta lo que te he traído?
-Claro.
De pronto, su casa se convierte en el hogar de su infancia:
-Tu padre y yo nos divorciamos.
Su mente ha vuelto a cuando tenía cinco años menos. Sus padres siempre peleando por dinero, facturas y gilipolleces parecidas. Se mira y el espejo le devuelve su imagen con catorce años; una camiseta de Avril Lavigne, unos pantalones vaqueros anchos, cadenas, muñequeras, etc. Unos fríos de frío azul y mirada triste recorridos por el eye-liner y rimmel, húmedos, vidriosos.
-Damián, se acabó. No quiero más mentiras. Sé que has estado con ella desde hace meses.
-Deja de imaginar. Llego tarde porque intento daros lo mejor y no os falte de nada.
-Ya no creo en tus mentiras.
-¡Belén, basta! No voy a dejar que me arrastres por esos delirios tuyos. Ya no.
¡No! Parad de discutir, grita en su mente y rompe a llorar.
Y, de pronto, se encuentra en su cama, sentada y sudando, con los ojos abiertos de par en par. Mira al suelo y encuentra la botella de whisky en el suelo junto con los montones que se acumulan desde hace unas semanas.
Debería haber una colada ya.
Se levanta de la cama de matrimonio y mira. Hoy no ha traído a nadie con ella, cosa que la alegra. ¿Cómo voy a explicar por qué se levanta tan sudorosa y asustada? El divorcio de sus padres no fue algo bueno ni fácil para ella. Se levanta por fin y, encima de la mesa, se encuentra el desayuno y una nota. 

Anoche noté que llegaste tarde, así que imagino que te levantarás sin ganas de preparar el desayuno. Yo te lo dejo aquí y espero que tengas un buen día en el trabajo.

Un beso.


La buena de su compañera de piso. Casandra la había dejado que Ariadna se quedase con ella, a pesar de ser una menor de edad y no tener ningún trabajo. No tenía donde ir pero Casandra siempre la había mantenido como podía.

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