lunes, 27 de abril de 2015

Capítulo 122

Muchas veces piensas en qué puede ir mal. Siempre hubo buen rollo, os compenetrabais y hasta la gente dice que podría haber habido un tonteo con posibilidades de escarceo. Ya no sólo piensas, sino que te pones nerviosa cuando vas a verle, ¡cuando ni siquiera es una cita!
Te tiras toda la noche chupando techo mientras por tu mente las cosas vuelan, tanto vuelan que hasta provocas una tormenta; las imágenes vuelan e imaginas hasta las cosas más inverosímiles. Desde que se dé cuenta y lo acepte, correspondiendo, o a que no.


Pero no, todo aquello que pasó cuando habláis horas y horas por Whatsapp ya no existe y te cuesta aceptarlo, te duele; yo lo sé, tú lo sabes. Entonces te lo vuelves a leer todo de pe a pa; pareciendo una loca psicópata por hacerlo. ¡No tuvisteis una relación! ¡ACÉPTALO!

Todos sabemos que los lazos duelen y más si están alrededor del corazón. Sé que no hay nada más doloroso que conocer a alguien, que pienses que podríais quedaros así siempre y que pases a ser nada. También sé que duele que esa persona casi no cuente contigo o haga caso a más gente que a ti pero, ¡madura, hostia! No puedes compadecerte de ti misma y decir que no le gustas por razones de personalidad, cuerpo y un largo etcétera. Quizá él no ha querido conocerte, no le interesa lo más mínimo. Eres alguien a quien ver cuando no tiene a nadie, enfréntate a tus miedos.

Yo también quiero gustar a la persona
que me gusta aunque luego ella no me elija a mí

Es verdad es que hay que tener mucho valor para decir a una persona que la quieres pero también hay que encajar bien los golpes si esa persona no te quiere. La verdad es que yo no sabría cómo encajarlo así que directamente lo encierro todo dentro de mí, esperando que un día no esté tan a flor de piel o se pudra para tener algún tipo de lazo que no duela.

Siempre queda una salida: una amiga a la que contarle todo y que ella te apoye, te dé ánimos y en la que confíes más que en nada.
Para mí, ella sabe quién es y aguanta tanto o más de lo que debería. Por ello, le dedico esta entrada. Eres un tesoro, tía, aunque nadie sepa verlo. 

domingo, 19 de abril de 2015

{Por siempre tres} Capítulo 1.

En el invierno de mis 18 años, recuerdo las tardes que pasaba encerrada en casa debido al frío que se atería a mis huesos y escuchando las canciones de Otep que hacían que la rabia saliese tan a la superficie que pudiese pintar todo aquello que en mi adolescencia no había podido hacerlo, corroyéndome por dentro, como si ácido se tratase.
La verdad es que la rabia y la furia que despertaban aquellas canciones no eran esos sentimientos que había dejado atrás sino el cúmulo de cosas que sentía por culpa de los comentarios de mi padre, aquel por el que me había esforzado en conseguir la aprobación que jamás recibí. Otep básicamente sólo reforzaban esos sentimientos de odio hacia la figura paterna.
—Quita esa música —gritaba mi padre desde el salón pero, como mi propia naturaleza me decía, me rebelaba y subía un par de niveles el volumen de la música; debido a la potencia del bajo, hacía que los altavoces vibrasen y, con ellos, las paredes hacían el golpeteo continuo contra la pared—. ¡Que la quites!
Volví a subir el volumen a unos niveles en los que el instrumental de Otep se me hacía horrible incluso para mí, pero no cejaba en mi empeño en que mi padre se jodiese. En cuanto oí la puerta de mi habitación abrirse, tuve el deja-vú de que mi padre me daba una bofetada mientras que con un golpe al botón estropeado de la vieja cadena, la apagaba para que la toda la ira y el odio se fuese. Ojalá todo el odio y la rabia que sentía pudieran desactivarse con un solo botón. La verdad es que no sentía nada cuando él me cruzaba la cara, estaba acostumbrada a esos arranques suyos y yo ya era una mujer de hielo. Mientras, él volvía a su escenario de siempre: salón, sofá y televisión. Miré al reloj de la minicadena y recogí el cuaderno donde solía acumular dibujos a lápiz y bolígrafo, metí los apuntes en la bandolera, deseosa de meterme en la clase que tocase. Cualquier cosa por alejarme de aquella casa donde el frío corría por las paredes.

Me encantaban las clases de por la tarde, donde normalmente siempre tocaban las clases más prácticas, liberando mi animal sediento de plasmar aquellos sentimientos que se arremolinaban dentro de mí.
Cogí el móvil que estaba de moda en aquel entonces y que conseguí comprarme tras ahorrar en pagas y en regalos de cumpleaños, comprando la Blackberry y unos cascos de calaveras que me aislaban del mundo.
Al salir de casa, ni siquiera me despedí. Nadie se daría cuenta de que me iba y mi madre estaba trabajando. Con la mochila a cuadros negros y blancos, como si fuera linóleo, en la espalda y Three Days Grace sonaban en los auriculares, me senté en el asiento del bus y miré a la mochila, firmada por las pocas amigas que había tenido en el instituto.
Cada una habíamos escogido un destino distinto, a pesar de separarnos, solíamos tener contacto aunque ya no era nada como antes. Eso, en parte, me hacía ponerme melancólica y triste pensando en lo que había disfrutado del instituto con ellas.
Cogí la libreta de dibujo y me puse a abocetar mientras el autobús me mandaba de ida al lugar que me iba a mantener fuera de mi estado emocional, de lo que pasaba en casa. Porque yo iba a clase como si me fuera de vacaciones de mi propia vida.

Bajé del autobús aún con el cuaderno de dibujo bajo del brazo. El pobre cuaderno tenía muchos años (aún sigo conservándolo para ver lo que he progresado artísticamente) así que muchas hojas estaban sueltas o a punto y yo intentaba llevarlas con mimo para que nada se perdiese.
Iba escuchando My Inmortal mientras me encaminaba a clase, cuando un tío se chocó contra mí y mi preciado cuaderno.
—¡Bastardo! —le grité mientras recogía las hojas sueltas que se habían desperdigado por todo el suelo de cemento—. A la mierda todos mis trabajos. ¡Subnormal!
Del bolsillo de la sudadera Nike de bolsillo canguro se resbaló la Blackberry, cayendo sobre el el suelo con un golpe seco. Al intentar pararla con el cable de los auriculares, estos se desenchufaron y se podía oír a The Pretty Reckless sonando en alto.
—¡De puta madre! —recogí el móvil del suelo metiéndolo en la sudadera y enchufando los cascos a la salida de audio—. Espero que estés contento, maldito capullo.
Sin embargo, al terminar de recoger los dibujos y alzar la mirada hacia los tíos esos, ninguno estaba mirándome siquiera, como si no existiera. Aquello sí que me cabreó. Me levanté, me acerqué a paso rápido a ellos y puse la mano sobre el más grandote de ellos, el tío que me había empujado; le di media vuelta para sorpresa del mismo y le enfrenté.
—¿Eres mongolo? ¿O eres tan egocéntrico que no te das cuenta de que me has golpeado? —le espeté mientras sus amigos nos miraban totalmente estupefactos—. A ver, ¿te ha comida la lengua el gato? ¿O te la has tragado mientras te la chupabas a ti mismo?
Los amigos del tipo grandote se ríen mordiéndose el labio debido a los comentarios que he ido soltando sobre la falta de lengua del pavo ese.
—La próxima vez, sólo pide perdón, ¿de acuerdo? —miré el reloj de pulsera—. ¡Mierda! Llego tarde.
Salí corriendo hacia el edificio de Bellas Artes de la universidad pero, cuando vi que la profesora estaba dentro, lo dejé estar y bajé las escaleras hacia el césped de la universidad, donde también estaba la entrada de la RENFE, me senté en la hierba mientras me puse a colocar los dibujos por orden cronológico.
Finalmente, terminé y alcé la vista para mirar el cielo. Estaba encapotado pero no parecía para nada que fuese a hacer malo e, incluso, dejaban ver los rayos solares de cuando en cuando. No era un mal día de invierno.
Entonces, oí reírse a alguien y me giré por pura rutina. A veces se me olvidaba que el instituto había acabado y que no había nadie de mi clase en aquella universidad. Mi mirada se dirigió a un pequeño grupo de chicos que están con dos o tres chicas guapas; entonces le vi.
Él aparentaba tener más años que yo aunque el pelo rojo le daba aire divertido y la cara aún redonda por el efecto de la infancia, no se había terminado de cuadrar; las mandíbulas no estaban del todo formadas; los ojos azules almendrados y un poco caídos del final del ojo; una nariz difícil de calificar y una camiseta de The BigBang Theory. Entonces sentí que su mirada se detenía sobre mí y se la sostuve durante unos instantes, hasta que él volvió a mirar a la morena que tenía enfrente.
A pesar de los segundos de sol, no puedo aguantar más con el frescor del invierno y me voy a la estación para estar algo más calentita mientras espero a que empiece Historia del Arte.
Con la de veces que me salté esa clase, ahora pienso que fue algo del Destino que aquel día no fuera así. Quizá me hizo sentir mal el haber faltado a la hora anterior. Fuera lo que fuera, agradezco no habérmela saltado como siempre.

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Sé que ya había subido algún fragmento de esta novela pero hace poco la releí y pensé que era hora de retomarla, de leer lo que tenía y reescribirla. Nunca pensé que este personaje tuviera tanto de mí. Por supuesto, muchas de las cosas han cambiado, sobretodo los nombres de los protagonistas; era hora de ponerles nombres de verdad.

lunes, 13 de abril de 2015

Capítulo 121

Hoy, ahora mismo, acabo de encontrarme con esa frase hecha, con ese cúmulo de letras que se me atasca en la garganta y no me dejan respirar, que parten mis ojos en mis gotas que no son de lluvia, son trozos de alma que se desprenden de esta alma.

Amor de mi vida

¿Por qué? ¡¿Por qué sigues atascándote en una garganta que es la mía?! ¡¡¿Qué esperas obtener de mis lágrimas y mi falta de aire?!! Porque sí, , estúpido cúmulo de letras que todo el mundo tiene la mala manía de llamar delante de mi presencia, me haces más daño que todos los dolores del mundo. Más que un rechazo. Más que el sentir mi corazón resquebrajándose. , que no haces más que aparecer en mi ventana clamando por algo que yo no creo.



Porque no, no creo en ti; dejé de creer en el mismo momento en que yo perdí mi amor verdadero en algún momento de mi estupidez de joven insegura y, a la vez, confiada de que él estaría ahí siempre. La gente no sabe más que clamarte mientras estoy delante, diciendo que sus parejas son el “amor de su vida”. ¡Já! Me río sobre vuestro “amor de vuestra vida”, lo escupo, lo remuevo y lo vuelvo a escupir porque me da asco. Además, ¿qué manía en hacerme sentir como fuese la única en el mundo que sólo tendrá relaciones normales?

Así que, “amor de mi vida” deja de venir a torturarme cuando ya sé que no tendré de eso, sé que jamás sentiré esa pasión, esa locura y las ganas de dejarlo todo por estar con esa persona. Porque, que sepas, que no es bonito ni bueno, que cada vez que aparezcas tenga que ser yo la que tire todo por tierra para ser sensata. , estúpida fila de garabatos, no existes, no existes para mí y para mucha gente que sabe que sólo eres un conjunto de letras demasiado desgastado del uso que te han dado la gente a lo largo de los años, porque eres una fila de letras que se prostituye en cada boca que te pronuncia. No mereces mi respeto ni mis palabras, no mereces que te pronuncie porque para mí no existes.

Realmente, lo único que se necesita de una persona es que esté ahí, que te sonría y que te trate que te mereces porque tú irás por delante de todo lo demás; que aparte todo lo que hace a un lado porque tú lo necesitas, que te bese y tú sientas el cosquilleo de algo sin importar que sea en la cara, el estómago o en la punta del dedo meñique mientras sepas que eso es lo que debes sentir. Que sepas que lo único que necesitas es estar a su lado con un abrazo y sentirte como en casa. Esa es la sensación a la que llamo amor.


Kiss me and warm my heart in the coldest places,
melt the huge armour what keep my heart frozen,
only with your arms,
only with the beating of your heart.

sábado, 11 de abril de 2015

Novedades SM.

Hola, pequeñajas y pequeñajos.

Os traigo las novedades de Abril de 2015 para la editorial SM, que trae unas novedades muy indicadas para revivir la adolescencia que hemos dejado atrás.

En primer lugar:
Los diamantes de Oberón
Fernando Lalana
Año 2112. En la nave espacial Mesmeren, encargada de conectar el satélite Oberón con la Tierra, ha ocurrido un extraño incidente: veintiuna personas han muerto por un fallo en el sistema de hibernación, pero lo más extraño de todo es que una de las personas registradas como fallecidas es precisamente la encargada de llevar a cabo la investigación ¡y está viva!
Una disparatada historia ambientada en un futuro tan cotidiano como la paella de los domingos.

                                8.85 €



El libro de los rostros
Ana Alonso & Javier Pelegrín
Llevaba tiempo dándole vueltas. A lo mejor, a través de Facebook me resultaba más fácil relacionarme con la gente. ¿Y si me convertía en una persona diferente, con un nombre inventado? Sería como empezar de cero, al menos en internet. Entonces me pareció una idea brillante. Pero ahora pienso en lo que hice y lo veo como lo que realmente fue: una gran estupidez.


                                9.95 €



Memorias de Idhún. Panteón. Convulsión. 
Laura Gallego & Estudio Fénix
La parte humana de Victoria lucha por sobrevivir, pero la magia ha desaparecido de su mirada. El unicornio agoniza. Mientras, las fuerzas del mal comienzan a prepararse para la batalla definitiva. El séptimo ha regresado.

                                12.95 €






El abrazo de las Tinieblas
Morgan Rhodes
Los reinos han caído. Los rebeldes se han alzado. Pero los inmortales ya no se limitan a vigilar.
Los más poderosos entre ellos pueden obtener al fin lo que ambicionan.
Y lo harán cueste lo que cueste.

CLEO
Perdida en un mar de intrigas, la princesa dorada está dispuesta a agarrar un clavo ardiendo.
Aunque tal vez el clavo sea una víbora camuflada.

MAGNUS
Cada vez más separado de su hermana, el príncipe de la cicatriz lucha por dominar sus impulsos.
Sobre todo, sus buenos impulsos.

JONAS
El joven rebelde es famoso por los crímenes que no ha cometido.
Tal vez, sin saberlo, tenga a su lado verdaderos criminales...

La guerra por los vástagos se recrudece.
Las tinieblas se ciernen sobre Mytica.


                                14.95 €

El rostro de la sombra
Alfredo Gómez Cerdá
¿Cómo es posible que algunos vídeos de internet se difundan tan rápido? Una escena interesante, una anécdota divertida... Ya está todo inventado. Hay que grabar algo que de verdad llame la atención. Algo arriesgado y peligroso. Tan peligroso que nadie puede saber quién lo ha colgado.
Adrián y sus amigos tienen una buena idea. Seguro que su vídeo se convierte en el más visto de internet en menos de 24 horas. Pero ¿nadie se ha parado a pensar en las consecuencias de lo que han hecho?


                                9.95 €



Pasos de la marioneta
Alfredo Gómez Cerdá
¿Qué pasaría si una chica de 16 años acusase a su profesor de violación? ¿Cómo reaccionaría él? ¿Y la familia de la chica? ¿Y su novio? ¿Y la opinión pública? ¿Y la justicia? Esto es exactamente lo que lo ocurre a MK, pero ella no se hace ninguna pregunta. Simplemente actúa. Como una marioneta guiada por unos hilos que no puede controlar.


                                9.95 €




Los fantasmas del paraíso
Alfredo Gómez Cerdá
Pablo es el hijo menor de una poderosa y adinerada familia española. Actualmente estudia en Suiza, ha conocido a Bettina, se han enamorado y la vida les sonríe. Hasta que el padre de Pablo es detenido y encarcelado por su implicación en un caso de corrupción. Será entonces cuando todos los principios de Pablo se tambalean y en su mente aparecen miles de preguntas: ¿qué es peor un ladrón o un asesino? ¿Mi padre es un ladrón? ¿Todo el mundo puede ser un ladrón?


                                9.95 €


Y para los pequeños de la familia tenemos los siguientes títulos:

El misterio del castillo embrujado
Roberto García Santiago & Enrique Lorenzo Díaz
Los Futbolísimos, capitaneados por Morley, viajan a Escocia para participar en el mítico torneo de los seis clanes. Tendrán que superar pruebas durísimas con el único fin de conseguir el castillo Mac Leod. Pero ¿qué interés tiene Morley en ese castillo? Y lo que es mucho más inquietante ¿qué extraña presencia se aparece cada noche a los Futbolísmos?


                                9.95 €




Si la Tierra fuese una aldea
David J. Smith & Shelagh Armstrong
En este momento hay más de 7.000 millones de personas en el planeta. Es difícil imaginar tanta gente a la vez, pero ¿y si imaginamos que la Tierra es una aldea de solo 100 habitantes? 
Este libro con formato de álbum ilustrado plantea a los niños muchos temas sociales basados en datos reales. En él se reduce la población mundial a la de una aldea de 100 habitantes y se explica al niño cómo es esta: cuáles son los idiomas más hablados, las religiones con más fieles, el número de niños, adultos y ancianos, cómo es la población de cada continente, cómo es el reparto de comida y la riqueza, qué energías se usan...
Un libro para estimular la discusión y mostrar a los niños y sus familias cómo mejorar su conciencia global


                                15 €



martes, 7 de abril de 2015

Duermes a mi lado y escapa el huracán de mi pecho.

La primera noche que dormí a tu lado, fue casi de casualidad.
Tu compañero de cuarto te había robado la cama de matrimonio que tus padres habían comprado, quería quedar bien con mi amiga aunque no necesitaba nada de eso puesto que ella le tenía ganas desde el comienzo de la noche.
—¿Te molesto? —preguntando con cierta incomodidad por el hecho de que estábamos en una cama individual—. Si quieres puedo dormir en el sofá, no me importa.
—No seas tonto —respondiste con las cejas aún mostrando el enfado que te ocasionaba pensar en tu compañero en tus sábanas—. Tú solo mantente quietecito hasta que termine el estúpido de Alberto.

Pronto, tu respiración se fue tranquilizando y me abrazaste fuerte, quedándote tranquila en tu media cama. Me gustaba la sensación que sentía mientras me encontraba entre esos brazos, sintiendo tus pequeños senos a través de la camiseta de algodón.
—Oye, ¿estás despierta?
—Mmmmf... A medias, ¿qué pasa?
—Es que me has abrazado y ni siquiera sé cómo te llamas.
—Pfff —resoplaste a medio camino entre un bufido minino y resoplido de toro bravo—. ¿Y para qué quieres saberlo?
—Curiosidad.
—¿En serio? —arrugaste la nariz entre las tinieblas rotas por algunos faros de coches—. En fin. Hola, me llamo Saray. ¿Ahora puedes dejar de dar la tabarra?
La verdad es que fuiste tan borde que me dieron ganas de echarte de la cama y mandarte al sillón; menos mal que tenía más autocontrol que ahora.
—¿No tienes curiosidad por quién soy?
—El pibe que no me deja dormir ni aunque mañana tenga que madrugar.
—Realmente eres una bruta —respondí realmente frustrado, pensando que no te gustaba.
—A ver, quién eres —volviste a resoplar.
—Soy Mario.
—Bien, Mario, ahora creo que es momento de que me dejes dormir.
Me giré hacia a ti, acabando con la cara pegada a la tuya. Sin decir una sola palabra, me acerqué y planté un beso en los encarnados labios que posees. Nunca lo había hecho pero todo con tal de que te dieras cuenta de que realmente deseaba estar en esa cama, contigo.
—¡Vaya! Haber avisado, Mariete.

La segunda noche fue meses después de la primera, reencontrándonos en un bar cualquiera de la ciudad. Tú bailando el rock de Metallica, con las cadenas, la falda y el pelo rebotando con cada saltito. Eras hipnotizante.
—Hombre, si es doña Déjame-dormir-pibe.
—Buenas noches, Mario.
¡Vaya! Sabías mi nombre. ¡Menuda sorpresa!
—Pensaba que me llamarías de todo menos por mi nombre.
—Hombre —te encogiste de hombros—, después de besarme y quedarte dormido, es normal. Nunca me había pasado que alguien al que le gustase hiciera eso —te echaste a reír—. Esta noche no está Alberto, así que podremos dormir más cómodos.
—Pero si ni siquiera hemos estrenado la noche.
—Sin embargo, prefiero que estrenemos mis sábanas nuevas, ¿o no te gusta el plan?
¿Cómo iba a decir que no?
Dejé que tirases de mí fuera del bar, me arrastrases hasta la parada del nocturno más cercana, te devolví un beso que me diste en aquella parada, me diste caricias, abrazos y risas. Habías cambiado pero no me importaba porqué. Sólo te quería ahí conmigo. Disfruté de cada entrega que me dabas.

La tercera fue en el momento en que decidí que si no me querías para algo más que los polvos ocasionales que disfrutábamos. Cierto es que era jugarme a todo a nada pero estaba deseándolo. Deseaba escuchar de tus labios que aceptabas la apuesta de que te amaba.
Y así fue. Así fue cómo empecé a compartir contigo la misma cama pero que no siempre era la misma.

Porque contigo siempre se duerme mejor

domingo, 5 de abril de 2015

Movie #9

Buenas noches, muchachas y muchachos.

Hoy os traigo una de las secciones que tenía más olvidadas, a pesar de que he estado viendo películas como una loca; así que se me ocurrió volver a hacer esta sección.

Ficha técnica
Título: Cenicienta.
Título Original: Cinderella.
Director: Kenneth Branagh.
Origen: Estados Unidos.
Duración: 112 minutos.
Año: 2015.
Género: Fantástico, Romance, Infantil. Cuentos, Cine familiar.









Sinopsis
La historia de "Cenicienta" cuenta las andanzas de la joven Ella (Lily James) cuyo padre, un comerciante, vuelve a casarse tras la muerte de su madre. Ella quiere dar gusto a su padre y acoge con cariño a su nueva madrastra (Cate Blanchett) y a sus hijas Anastasia (Holliday Grainger) y Drisella (Sophie McShera) en la casa familiar. Pero, cuando el padre de Ella muere inesperadamente, la joven se encuentra a merced de una nueva familia celosa y cruel. Al final, Ella queda relegada a ser una sirvienta cubierta de ceniza por lo que le ponen el triste nombre de Cenicienta. Pero no pierde la esperanza y a pesar de la crueldad con la que la tratan, está dispuesta a cumplir las últimas palabras de su madre que le dijo que debía "ser valiente y amable".

Opinión
Cuando fui a verla al cine, bastante tirada por David y no por iniciativa propia, pensé que seguramente no me gustaría. Ya sabéis el dicho de no juzgues a un libro por su portada... En fin, el caso es que no me llamaba nada por que la protagonista, Lily James, no me convencía como Cenicienta/Ella. Me parecía poco guapa y poco atractiva como para llamar la atención de nuestro
querido rey (en el Norte *cof cof*) pero, bueno, me dejé llevar casi sin rechistar para ver qué tal les salía esta versión mejorada del clásico de 1950 puesto que, al final, ponen que se han basado tanto en el cuento de Perrault como en la peli de dibujos que todos conocemos.
Lo mejor fue entrar en el cine y estar los dos solos porque, como David y la mayoría de gente que ha visto un film conmigo sabe, me encanta comentar cada segundo de la película. Normalmente son tonterías como lo “...soy aprendiz del Rey (en el Norte)” o “Mi padre me llama Kit cuando está de buen humor. Le robó el nombre a Jon Nieve”; así que nos pasamos todo el tiempo haciendo coñas de Juego de Tronos, tanto él como yo, ¿eh?, que no se quedó cortito con las coñas.
El caso es que, finalmente, tenía toques que me gustaban pero que se notaban más sacados de la película más requetevista de todos los tiempos ‘Por siempre jamás’ de 1998. Aunque quedaba bastante bien que Cenicienta conociese al príncipe de antes, aunque fuera con la idea equivocada; también da que pensar que la muchacha o era un poco corta o no le interesaba demasiado la vida social del reino; ¿cómo no puedes reconocer al príncipe? Danielle, Cenicienta en ‘Por siempre jamás’, parece mucho más lista y avispada, lo cual le da puntos desde mi punto de vista.
Claro que todo esto queda aclarado cuando, desde el principio de la película, dejan claro que Ella es más buenaza tonta que se deja llevar por cualquiera, lo cual la da un papel muy blanco dentro del film en cuestión, ya que se la tacha de ingenua, buenaza e inocente.

Siento decir que la gran actriz Cate Blanchett me dejó fría con su actuación de mala, Anjelica Huston hizo mejor de la viuda Tremaine (en ‘Por siempre jamás’ se llama Lady Rodmilla de Ghent); la odias pero no llegas al extremo de cogerla rabia; a pesar de hacerle todo lo que le hace a Ella. Alguna vez pensé que la prota se lo merecía por tonta. Además de que la vuelven más humana por el hecho de que sacan algo más de lo qué fue la madrastra; no sólo una mujer malvada sino el hecho de casarse con el padre de Cenicienta por cuidar a sus niñas, lleva a pensar que realmente pensaba por supervivencia. Algunas veces hasta se la veía afectada por lo que ocurría dentro de la casa y algunos comentarios perjudiciales.
Una cosa que no llegué a entender es porqué el padre de Cenicienta se casa si realmente no ama a la viuda Tremaine; cuando habla de casarse por el hecho de estar enamorado de otra mujer (lo cual deja claro en una de las escenas antes de la boda), no entiendo porqué se aferra al hecho de que la madre de Cenicienta siempre los acompaña. Cualquiera se sentiría herida por tales palabras, aunque sea por un casamiento por conveniencia. 

En cuanto al príncipe, Richard Madden me parece una elección perfecta (y pienso que en Juego de Tronos debería haber llevado el pelo del mismo color pelirrojo oscuro), fuera de las risas que nos echamos mi novio y yo por las coñas con JdT (lo cual me recuerda que Cenicienta es una Targaryen porque tiene las cejas negras) creo que reflejó todo lo que el director quería de un príncipe que está confuso, que se mece entre lo correcto y lo que quiere, sintiéndose poco apoyado por sus lazos cuando decide que Ella es la esposa que desea. Por supuesto, me gusta más el Gran Duque de 1950; el de esta película es malvado y se une con la viuda para conseguir que el príncipe haga lo que el quiere, dando a entender que piensa que el príncipe es una mera marioneta para conseguir lo que quiere.

Se merece un visionado aunque sea por Helena Boham Carter, Richard Madden y las hermanastras;
aunque la falta de amputación de miembros me pareció fatal para la película.

jueves, 2 de abril de 2015

Fuck Off ~Nuevos comienzos.

El despertador suena. Estoy harta de levantarme a las 6 de la mañana para ir un instituto que no se encuentra en mi pueblo, sino en su ciudad más cercana, de tener que esperar al autobús y de que llueva cuando es primavera. Sí, es primavera.
Me levanto con la pesada carga de empezar un nuevo día. Demasiado nuevo.
Abro la puerta del armario y me encuentro con los miles de conjuntos coloridos, los vestiditos cortos y de escote pronunciado, con las camisetas translúcidas y las blusas con cuello de babydoll.
—Estoy harta de esta ropa —digo mientras rebusco en el armario. No sé qué ando buscando pero rebusco. Entonces las veo. Escondidas en un cajón, al fondo. Mis camisetas de Paramore, de Pretty Reckless, de Rammstein, Motörhead, Panic at the Disco!, Flyleaf...—. Aquí estabais. Siento haberos tenido aquí escondidas. Es hora de que volváis a ver la luz del sol.
Escojo una al azar aunque tengo ganas de ponerme todas. Me pongo el vaquero, la camiseta que veo que es de Panic at the Disco! y unas converse azules oscuro. Sonrío al verme de nuevo en el espejo de cuerpo entero y ver que he vuelto a ser yo.

Bajo a la cocina, recorriendo el pasillo y las escaleras corriendo, entrando en tromba y asustando a mi madre:
—Buenos días, Darlene.
—Hola, mamá -saludo mientras me sirvo mis cereales en un tazón con leche. La doy un beso mientras se termina el café.
—Estás de buen humor. Mira que es raro —bromea mientras termina su taza de café—. Me alegro de que por fin vuelvas a sonreír.
—Yo también, mamá.
—Oye, hace mucho que no llevabas esa camiseta.
—Lo sé pero creo que es hora de volver a mi yo original.
—Muy bien pero date prisa o perderás el autobús.
Miro el reloj.
—No, hasta dentro de unos 20 minutos, mientras puedo comerme los cereales tranquilamente.
—No sé yo si dejarte sola —me mira de refilón—. Tú eres capaz de no ir a clase.
—Por Dios, mamá. Creo que te he demostrado que nunca he faltado a clase.
Esto no es del todo así. Falto algunos días pero ni se me ocurre arrimarme por casa, por si acaso; siempre voy a casa de Elliot. Sí, para lo que pensáis. Mi madre me revuelve el pelo y me sonríe. Desde que David está fuera, parece que las cosas se han destensado con mi madre. Según él, tenía una convención en Los Ángeles pero yo no me creo nada.
—Bueno, me marcho que no llego al trabajo —da el último sorbo a su taza y se marcha, no sin antes darme un beso en la frente—. Luego te veo pequeñaja.
—Adiós, mamá —me siento y engullo los cereales con virutas de chocolate con leche con hambre feroz. Lo meto todo en el lavavajillas, subo y cojo la sudadera y la mochila de mi habitación. Corro hasta la puerta de entrada y cojo las llaves que están en un cuenco de cristal. Salgo y cierro la puerta. Un ruido de una puerta que cierra en la casa de al lado. Me aproximo intentando no hacer ruido y le tapo los ojos.
—¿Quién soy?
—Hola, Darlene —el chico me besa en la mejilla. Su pelo rubio se mece con el aire que hace y me fijo en sus ojos azul mar.
—Buenos días, Nico —le saludo y marcho hacia la calle.
—¡Qué manía con llamarme Nico! No me gusta —replica con tono malhumorado mientras avanzamos a la parada del autobús del colegio—. Llámame Nick.
—Para mí siempre has sido Nico —le contesto con una sonrisa en los labios—. ¿Por qué quieres que te llamen Nick?
—¿Sabes lo ridículo que queda Nico al lado de una chica mona llamada Darlene?
—Eres un idiota redomado —le sonrío. Corremos un poco porque se nos está haciendo tarde para coger el autobús que nos llevará a un pueblo más grande para ir al instituto. Llegamos y subimos por los pelos.
Elliot hoy no ha cogido el autobús así que me acoplo al lado de Nico, que me mira.
—¿Qué?
—¿No vas con Elliot?
—No está en el autobús, tonto —pero sé que está sospechando algo.
—¿Y no ha venido a verte?
Aparto la mirada y miro a través de él hacia el cristal.
—Ya veo —comenta y también gira la cabeza hacia la ventana. Poco tiempo después, abre la boca—: ¿Qué ha pasado?
—¿De qué?
—Con Elliot.
—Nada. Solo me apetece desafiarle —contesto mientras abro mi sudadera. Él mira como hipnotizado a la camiseta.
—¿No te había prohibido llevarlas?
—¿Por qué crees que digo que voy a desafiarle?
—Pensaba que te habías ido a cortar el pelo, dejarte el pelo corporal largo... Yo qué sé.
—Sabes que a él le daría un algo si pareciera con las axilas llenas de pelo y, encima, tuviese que "pincharse" con los pelos de mi pubis en su blandita y juguetona polla.
Nick ríe en voz baja por si alguien de sus amigos está en el autobús. A mí me da igual, no serán capaces de tocarme si intentan algo.
—¿Cuál crees que será su reacción al ver tu desafío?
—Dos. O pasa de ello, o me la liará delante de sus amigos para que no piensen que la fiera se ha despertado.
—Pero la fiera ha despertado.
—Claro que sí —fijo mis ojos verdes en él y le sonrío.
—¿Va a haber más de esto?
—Depende —replico.
—¿De qué?
—De cuanto más intente mantener su control sobre mí.

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Esto es una muestra de la “novela” que estoy escribiendo en Wattpad. Sé que esto es SPAM pero creo que se merece la oportunidad de que la leáis y os seduzca (o al menos lo intente). También podréis encontrar más capítulos en Escritos/Fuck Off.
Espero que la disfrutéis casi tanto como yo creándola.

Un beso.