jueves, 5 de diciembre de 2019

Otra vez el mismo crujido

¡Y otra vez se me ha roto el corazón entre las manos!

Quizá no estoy hecha para los rollos de una noche, quizá es que no estoy hecha para ir cambiando de amantes como quien se cambia de bragas o quizá es que sólo me ha dado muy fuerte por una persona y esa persona no apuesta por mí.

Quizás no merezca que nadie apueste por mí, hace tiempo que las historias de amor no me funcionan salvo para llorar en el sofá. Así que lo único que me queda es encerrarme en la fortaleza de mi soledad, quedarme ahí para siempre y ser fría, encerrar mi propio corazón en hielo. Enterrarlo al fondo de un gran lago congelado y que se pudra allí.

Porque ser una mujer buena, cálida, increíble, de risa contagiosa, alegre y fuerte; y aunque esté rota, saber confiar, que es lo que falta en este mundo; no me ha servido nada más que para ir apostando por las personas, por la gente que me ha ido rompiendo poco a poco. Y otra vez me lo han vuelto a hacer.

¡ESTOY HARTA!

Estoy jodidamente harta de ser cómo soy.

Porque sólo me ha llevado a desgracias, a pasarlo mal y a que se aprovechen de mí. ¿Por qué coño no cambio? ¿Por qué sigo siendo tan ingenua como para seguir cayendo en la misma piedra, en el mismo pozo, en el mismo abismo?

Sinceramente, me da rabia no ser capaz de ir pasando por la vida sin sentir nada. Porque, si no siento nada, la vida no merece ser vivida. Porque, si me caigo y me rompo por culpa de la humanidad, sigo dando espacio a la confianza a la gente ya que el ser humano no es capaz de vivir sin otros seres humanos cerca.

Soy un erizo al que se le han acercado demasiado y ahora tiene que lamerse las heridas. Heridas inmerecidas.