jueves, 26 de enero de 2012

Concurso de Bea.

Olvidadiza de mí. *se meto un chopo en la frente*
Se me olvidó deciros que me he apuntado al concurso de miss Bea. Se acuerdo, soy olvidadiza e idiota porque podría haberlo unido al reto de Sondra.
Sí, lo sé. Pero mi cabeza está peor que la de una vieja chochona.
Bueno, dejo la imagen con el link de la entrada del concurso, al que podríais participar.

Tiene unos premios suculentos. Los libros que sortean son los que veis. Yo me quedaría con todos, todos tienen una pinta.
Mis premios favoritos serían
1. El secreto de Lucía Morke.
2. Sueños Reales.
3. Cállame con un beso.
4. Dónde los árboles cantan.

¡Hala! *se da otro chopo en la frente* ¡Au! Duele. *lagrimillas a punto de salir*
Hablando de libros, se me ha olvidado ir a pagar el libro de miss Bea. Está claro que, después de decir que iría esta semana a pagarlo para que lo mande, siempre se me olvida.
¡Perdóname la vida, Bea! *de rodillas*

Bueno, creo que implorar sobre mi vida a la seño Bea, me tocará ir a pagar el libro mañana por la mañana.

att: Lara.

Capítulo 24.

Pensando en los muchos deseos y cosas sobre mí (entrada).
Mi próximo peinado (?)
Mirando revistas Cosmopolitan del verano anterior, me he topado con este peinado y creo que quiero hacérmelo; no creo, quiero hacérmelo. Creo que me quedaría guay, lo único es que el corte no acepta flequillo pero no pasa nada; total, el flequillo hace lo que le da la gana totalmente.
Además de que me daría una imagen madura e informal a la hora de buscar curro.

También ando buscando compañera/o de correrías. Quisiera adelgazar y si puede ser de una forma divertida, mucho mejor.

Por lo demás, estoy feliz, feliz, feliz. :)
Y es que he aprobado Seguridad y Servicios en Red. Y eso que pensaba que Servicios en Red me quedarían por la teoría, la verdad es que me salía muy, muy, muy bien la práctica y la teoría salió lo suficiente para aprobar. Me siento dichosa y con suerte.


Ahora, mientras escribo estoy leyendo la nueva entrada de Marta.
A mí me ha gustado mucho, recomiendo el blog encarecidamente y espero que Marta pronto escriba una historia larga que la publiquen, siempre que entro en mi Google Reader, lo primero que miro es si hay entradas de ella.
Otra que quiero seguir leyendo es la historia de Bea. ¡Así que, Bea preciosa, guapísima, no me dejes con ganas de esa obra!

Por hoy he terminado.

att: Lara.

P.D: Quiero que lleguen mis libros de la Galera. T____T

martes, 24 de enero de 2012

Capítulo 23.

Hoy he encontrado la etiqueta de #30ThingsAboutMe y un montón de gente que había escrito cosas sobre sí mismos, yo también lo voy a hacer pero en esta página. Para aquellos que quieran leerlos y opine lo que quiera.

1. No puedo vivir sin música y menos escribir sin ella T___T
2. Sonreír cuando el mundo está triste, solo por desentonar. :)
3. Soy romántica pero también realista. Odio a los melosos. >___<
4. Me encantan las locuras que se cometen por amor. Sobretodo las que salen en las pelis, son muy creativas.
5. Me encantaría tener un chico fotógrafo; que sea capaz de sacarme unas fotos en las que la protagonista sea yo y salga guapa. Cosa muy difícil.
6. Tener un chico que sepa tocar la guitarra y que me enseñe. ¡Quiero que se parezca a Sid Vicious!
7. Necesito vivir en Madrid como quien necesita el aire.
8. Me gustaría quedarme eternamente en la playa en la que suelo estar.
9. Quisiera poder vivir en una casa enorme, casi tanto como Hogwarts, tener una biblioteca enorme y mucho, mucho, mucho, muchísimo patio para los animales que acogeré.
10. Me encantaría tener una modelo natural para hacerle fotos todo el día.
11. Demostrar a mis padres que mis piercings y los tatuajes que me voy a hacer no tienen nada de malo.
12. Quisiera fumarme todos los cigarrillos que me aguanten los pulmones mientras Rubén está a mi lado.
13. Que mi hermana deje de tocarme las narices por comprarme cosas que me gustan y que están de moda. ¡No las compro porque estén de moda sino porque me gustan!
14. Me gusta dibujar, por eso quiero estudiar anatomía, para dibujar adecuadamente.
15. Montar un grupo de rock siendo la guitarrista o la cantante.
16. Hacerme un cambio radical. Cortarme el pelo cortísimo y enseñar cuello.
17. Que alguien me ponga un candado en el cuello para atarme a él/ella para siempre.
18. El pelo rojo es mi instintivo de originalidad.
19. Adelgazar lo suficiente para ponerme ligueros y minifaldas y me queden estupendamente.
20. Tener un montón de gifts o imágenes con citas preciosas de películas.
21. Soy soñadora por naturaleza.
22. Si os encontráis con una chica de pelo rojo y cámara en mano, pedid una foto. ¡Son gratis!
23. Siempre quiero chocolate. :3
24. Quiero un gatito y que me maulle mientras saltamos juntos entre los tejados.
25. Estudiar Japonés e irme de turismo a Japón, un sueño a punto de realizarse.
26. Que mi Sauriiiito sea feliz y se lleve bien con Rubén.
27. Odio la novela La Historia Interminable.
28. Me encanta perderme por los bosques y hacer acampadas en las noches de verano para poder ver las estrellas.
29. Acabar siendo la hija preferida de mis padres.
30. Me gusta que Rubén me robe un beso en pleno amanecer.

martes, 17 de enero de 2012

Capítulo 22.

Hoy ha sido un día completo, en todos los sentidos.
Me he seguido mensajeando con Darky. El principio fue:
"Hola, Darky. Perdona por no responderte, me habías pillado que no estaba. ¿Qué tal estás? Yo aquí ando, tirando. Creía que tenías algo chungo. Me he alegrado mazo de saber de ti. Un besazo y cuídate."
Y ella me responde:
"Estoy con la niña a la que doy clase. Perdona por equivocarme pero tenía que mirar una cosa del antivirus a mis vecinos y de paso para Morti. Jajaja. Hah, el ordenador se fue a Parla... ¿Tú qué tal todo? Un besazo."
La verdad es que llevaba tanto sin saber de Darky porque no tenía saldo para mandarla un sms y, como pensaba que se cabrearía, pues tampoco se me planteó.
"Pues bien. No me quejo mucho salvo de mi vida social que sigue siendo malísima. xD ¿Y tú?"
"Ya va todo mejor: doy clases, salgo por ahí y guardo el dinero de las clases para ver a Morti. Ya me enteré de lo tuyo con Rubén, ¿cómo lo llévais? Espero que bien. Besos."
"Bueno. Él lo lleva que mejor que yo. ¿Y cómo te has enterado? Revela tus fuentes. >___< Me alegro de que salgas, así tomas el sol y el fresco. Un beso."
"Cuando me enteré aún tenía ordenador, luego me fuente me dijo que téneis una foto juntos. Si le quieres, la distancia no será un impedimento; pero si dudas piénsatelo. Besos."
"¡Uuuh! Eso suena a Morti. xD Es que le quiero pero a veces la distancia me mata. No sé, me siento como si fuera a hacerme lo mismo que Abel."
"O confías en él o no, pero tienes que estar segura de querer estar con él incluso con distancia; como yo con Morti, quiero estar con él sea como sea, ¿y tú con Rubén?" me quedé pensando. "¿Y si tiene razón? Porque quizá lo haga por estar con alguien, por el mero hecho de no sentirme sola." La verdad es que no está muy claro que siento. A veces, le quiero, otras veces, como cuando se pira con los colegas y me deja sola, siento que le daría una paliza sin pestañear.
"Pues, si te digo la verdad, no tengo ni idea de lo que quiero ahora mismo. Lo único que tengo claro es que quisiera tener gente con quien salir y no decirle que le echo de menos, pero soy penosa haciendo amigos."
"Tienes que saber si quieres estar con él o no. Yo a Morti le echo de menos pero doy gracias de poder hablar con él todos los días. El tema amigos es un tema aparte, tu pareja también es o debería ser tu amigo; pero aclárate tú, y actúa en consecuencia. Bueno, ya me contarás que voy al lío. ¡Besos!"

Y no sé qué responder. ¿Acaso ha dado sitio en el que responder? No. Me ha dejado con la misma duda pero peor que ninguna.
Mientras, en clase veo los tweets de Bea. Son las 11:02 y ha twiteado que llegará sobre las 11:05. La verdad es que tengo ganas de conocerla, cuando la conocí gracias a Carol, otra escritora de nuestra edad, me apreció simpática y bastante parecida a mí. Así que estuve esperando con ansía que llegase la tarde.
No lo que no sabía es que conocería a Esther, una dibujante bastante buena, que se había currado la contra portada de Pasión de Ángel.
Pasé una tarde entretenida hablando de libros, zombis, desmembramientos, cotilleo y recomendaciones fuera de la escritura; pero de lo que más hablamos fue de videojuegos de miedo. Sonreímos y lo pasamos muy bien. Bea sacó la cámara y nos hicimos varias fotos, fui la que peor salí en todas pero no me importó. Luego acompañamos a Bea a Méndez Álvaro. Esther se despidió y se fue a Fuenlabrada. Y yo acompañé a Bea a su autobús porque andaba un poco perdida, cuando abrieron y subió me marché, que tenía clase de Lengua y Literatura Universal, sin embargo no me apetecía y perdí el tiempo dando vueltas por la línea 6 hasta que miré la hora y eran las 21:30, me bajé en Cuatro Caminos, monté en el 66 y hasta Plaza de Castilla. Cojo el 153 de 22:10 y me tiro todo el camino leyendo Criadas y Señoras.

miércoles, 11 de enero de 2012

Capítulo 21.

Segundo día de rutina.
Me he levantado a las 7:15, ¡incluso mejor que en las vacaciones!
Pero, como siempre, no me ha dado tiempo a desayunar. Corro a la parada del autobús haciendo la búsqueda y alistamiento de todo lo que debo llevar:
-La Cosmopolitan, está. El móvil, también. Las llaves, acabo de cerrar. El abono, sí.
Parece que llevo todo en orden. Siempre la misma faena, buscar y hacer recuento de las cosas para que no se me olvide nada.
Llego y veo que el autobús le quedan 3 minutos, así recupero el aliento. Me encuentro a un montón de alumnos de mi antiguo instituto, I.E.S. San Fernando. Esperan a la ruta que debe llevarles a clase. El autobús que les lleva a clase ya está allí, suben en fila india.
El autobús llega dos minutos tarde. Subo y me pongo a leer la revista.

Llego a clase y primera hora con Eva. Y Seguridad sigue siendo un royo de clase, así que me pongo con el twitter. Lanzo frases a tutiplén, no sé, me apetece. Luego respondo a tweets de la gente que sigo y que son interesantes.
Después pasamos a Sistemas Operativos con Luis. Y, como en estas fechas, ha propuesto el trabajo y exposición de uno de los seis temas propuestos. Ha elegido Bea, una de mis compañeras.

Corriendo un poco, he conseguido coger el 153 de ida a Alcobendas, que suele salir a las 14:45 y eso es un record porque salgo a las 14:40 de clase.
Llego a casa, como y salgo pitando porque tengo Inglés en una academia de cerca de casa. Estoy preparándome para el First Certificate un título que me permitirá tener un diploma de que sé inglés. Creo que sé hablar inglés, llevo toda mi vida estudiando inglés. Y aún así cometo errores, lo peor es que me veo presionada porque, para parobar, no les vale un 5, no. Ellos quieren un 6. Eso hace que me estrese más. Luego, me tiro tres horas delante de un ordenador, sin hablar con nadie, sin poder expresar lo mal que me siento porque son 190€ el First, porque me veo llena de agujeros y que no seré capaz de aprobar el módulo. Son las 19:30, cojo la mochila del bachiller y corriendo al Gíner. Siempre que puedo, voy andando, para hacer ejercicio, relajarme y que me dé el aire.
Llegó tarde a clase de Lengua y Literatura, la clase de Pablo. Y acordándome de lo que he leído en el blog del periodista de lectura adictiva, me doy cuenta que me he distanciado de él. Ya casi no hablamos. Pero bueno, así son las relaciones sociales en mi vida, un día soy una parlanchina con alguien y la día siguiente no sé de que hablar con él.
Subo a Literatura y pongo a grabar con el móvil. Eva, la profesora de Literatura Universal, te dicta como si estuviéramos en la facultad, así que he decidido tomar apuntes a mi manera.
Salgo a las 22:05 pero tendré que esperar hasta las 22:15 que es cuando pasa el autobús que me deja cerca de otra parada donde cojo el 153 para ir a casa.
Llego a casa y, lo primero que me pasa, es que mi madre se levanta de su cama para preguntarme por las notas.
-Me han quedado dos.
-¡¿Dos?!
-Son dos de tres.
-¡Eso es porque no estudias!
¿Por qué siempre sale con esa falacia? Sí que estudié, me dejo los cuernos todos los putos de la semana para sacarme no una ni dos, sino tres cosas. No soy una máquina. Tengo mucha presión encima. Porque si no apruebo el First son 190€a la basura. Si no apruebo el módulo serán tres años de mi vida tirados.
¿Podrías tú con tanto?
Mi madre, la gran jueza de quien estudia y quien no. Y, según ella, no estudio y estoy todo el día al ordenador por placer. Ojalá ella pudiera ver lo duro que es ser yo. Solamente soy una decepción, una oveja negra... Nadie se fija en lo que siento, ni en lo qué me pasa.
Hay días, que exploto fuera de casa. Antes de Navidad, me puse a llorar en la Academia de Inglés. Y mi profesora se pensaba que era por la bronca. No es por la bronca, es porque estoy todo el día rodeada de malas caras y cosas que se me echan en cara y no puedo defenderme, ni decir nada.
No creo que nadie, nadie, en el mundo aguantase lo que yo he aguantado.
Y ahora mismo, la canción que más me define es Numb.

viernes, 6 de enero de 2012

Capítulo 20.

¿Acaso alguien sabe cómo me siento?
¿Alguien puede ver el gran vacío que hay dentro de mí?
Creo que no. Lo peor de todo es que el vacío se convierte en melancolía, la melancolía en recuerdos y los recuerdos en Isma.
Isma perdido en mi memoria. Isma estando junto a mí. Isma durmiendo a mi lado. Isma apoyándome. Isma sonriendo cuando yo no podía. Isma y su brillo especial en los ojos.
Siempre Isma.
¿Por qué te echo de menos? ¡¿Por qué?!
Sigues metido en mis entresijos. El 50% de mi corazón te sigue perteneciendo. ¡Lo odio!
Tú no me quieres; ya lo hiciste una vez y fue mal.
No quiero echarte de menos.
Pero no puedo desterrarte de mí.

lunes, 2 de enero de 2012

Capítulo 19.

Después de fumarnos esos cigarrillos, empezamos a hablar. El primer tema que me surgió fue el de los lunares. Ambos teníamos una constelación de pecas en el hombro, aunque el suyo era en el derecho y el mío en el izquierdo. La verdad es que el tabaco me había hecho marear y eso me había llevado a hablar de un tema estúpido. Puse una canción con el móvil y, aunque hacía acordarme de Kos, pegaba bastante con la situación.
-Me encanta una frase de esta canción. -dije mientras sonaba de fondo.
-¿Cuál?
-En español sería algo así como: Siempre puede ser esta noche. -y mientras pensaba que ojalá esa frase se cumpliera, quería que mi siempre empezase esa noche. Notaba el calor de su mano acariciar mi espalda y el corazón me golpeaba fuerte entre las costillas. ¿Cómo había conseguido deshacer mi plan y el frío escudo de hielo que había formado para que nadie entrase?
Seguimos hablando un poco más de familia, de cosas banales, fútiles y tabúes; le entendía y le sentía tan cerca dentro de aquel coche. Y Bonnie Tyler dio paso a canciones con más sentimientos, más acordes, más marcha... Pero ninguna me parecía adecuada.
-¿Puedo hacer algo?
-No. -negué rotundamente.
-¿Por qué no? -preguntó él.
-Porque no. -mientras en mi cabeza salía la razón principal por la que no cumpliría su deseo.
-Entonces no te pediré permiso. -dijo él y yo pensé que hiciera lo que fuera, pero que lo hiciera; y sin previo aviso me besó. Otro beso robado que esta vez correspondí. Y algo dentro de mí sabía que el plan se había ido a la mierda, que me gustaba demasiado, que había comprado más trocitos de corazón de los que permitía la amistad. Poco después de ese beso, fui yo la que se giró hasta él, apoyé mi rodillas en el asiento del copiloto y le besé, dejándolo un poco confuso, así lo sentí yo. Y después de ese, otro más.
Al poco, con las rodillas un poco doloridas, me senté en mi asiento, le cogí la mano y la acaricié, aquellas manos que me encantaban... La estiré un poco y la acaricié, cogí un boli y escribí algo en inglés:
You are mine / Eres mío
-Escríbeme tú algo. -le pedí. Cogió mi palma derecha y escribió algo simple:
Siempre mía.
Entonces en el dorso de la mano en la que había escrito la primera frase puse:
Always yours, I promise /Siempre tuya, lo prometo
Y entonces me apoyé en él, haciendo que me abrazara por detrás, cogí su brazo y escribí:
Always your bohemian red hair, /Siempre tu pelirroja bohemia,
Always your green eyes, / Siempre tus ojos verdes,
Always you and me in a bohemian attic / Siempre tú y yo en un ático bohemio
Dreaming with you and looking at the Moon. / Soñando contigo y mirando la Luna.
-No entiendo ni jota de lo que pone. -yo se la traduje y él sonrió. Es algo que había entre los dos y lo sabíamos.
-Podrías tatuártelo.
-Quizá.
Entonces, dentro de mí, sentí como el deseo sexual me daba ganas de comérmelo. Entonces volví a besarle pero esta vez era largo, apasionado, con ganas de morder, excitar y saborear. Le dejé un chupetón lo suficientemente grande y oscuro como para que se le notase a distancia, le había marcado, ahora era mío.

Amanecimos hablando de todo, fuimos a por un chocolate con churros, que al final fueron porras. Seis hermosas porras con un 1/2 de chocolate caliente que vendría bien contra el frío.
Entonces, volvimos a aparcar y Rubén quería dormir pero yo no podía, nunca había conseguido dormir cuando ya había amanecido; solo cuando las clases eran un royo.
-Venga duerme. -aunque dentro de mí, algo gritaba que no quería que se durmiese; que no quería quedarme sola viendo el sol y demás elementos que nos rodeaban. Salí a terminarme la caja de Marlboro. Cuando volví a entrar:
-¿Todavía no te has dormido?
-No puedo dormirme.
-¿Por qué?
-Porque estás a mi lado y no puedes dormir.
-Pues vamos a por tabaco. -pero había sido Año Nuevo, y domingo. No había nada abierto, así que solo dimos vueltas y más vueltas por Madrid.

Eran las 14:32 cuando le dije de ir a mi casa, a esa hora ya no habría nadie, ya que se iban a comer en casa de mis tíos.
-Vamos a mi casa. Allí hay un bar y podrás subir a dejar cargar el móvil.
Rubén asintió y lo hicimos. Compró un paquete de tabaco, el cual empezó nada más sacarlo de la máquina. Yo mientras había subido para ver si había moros en la costa. Pero tenía razón, no había nadie. Bajé al portal a por él, que se estaba fumando el primer cigarrillo de la cajetilla. Le mandé una mirada asesina.
-¿Qué?
-Ya estás fumando. -le reproché. Se lo terminó y subimos. Vio mi casa, mi habitación y estaba nervioso. Yo no sabía porqué era, yo lo estaba por el miedo a mis padres.
Dejamos cargar el móvil hasta el 80% luego lo desconectamos y bajamos a su coche. No quería que se fuera, estuvimos media hora intentando despedirnos entonces le di el pañuelo que me había puesto en el pelo, lo até a su muñeca.
-Yo también quiero darte algo. -me entregó a Beesell, el Bassel Houndog que llevaba en el salpicadero y al que yo había puesto nombre unas horas antes. -Llevátelo.
-No puedo. -recordé lo que le he hecho prometer a ese perro de peluche. Cuidaría de él y no quería que me lo diera porque yo quería algo que él le hubiera puesto nombre.
Cuando íbamos a despedirnos, empecé a llorar. No quería que se fuera, escondida en sus brazos, las lágrimas bajaban a mi barbilla y se deshacían en mi jersey rojo.
-Tengo que irme.
-Lo sé. -abrí la puerta de mala leche, y cuando iba a salir, me agarró de la cintura.
-No quiero que te vayas así. -entonces encendí un cigarrillo.
-Cierra la puerta.
-No. -quería que el frío me devolviese a mi estado de hielo. No quería llorar porque él se fuera, me sentía humillada cuando lloraba. Pero sus abrazos no hacían nada por dejarme que volviera a ser fría. Entonces me calmé y volví a besarle.

Cuando, por fin nos despedimos, volví a llorar. Entonces salí escopetada del coche, bajé andando rápidamente; él me alcanzó.
-Cariño, ¿qué te pasa? -oculté mis lágrimas, no quería que nadie las viese. No quería obligarle a permanecer más tiempo cuando debía irse. Y no iba a decir que le echaría de menos. No quería despedirme de esa manera. Me zafé de él y cerré los ojos, mis piernas empezaron a correr, llevándome calle abajo, huyendo mientras lloraba.
"El amor me vuelve blanda, sensible e idiota." me reproché a mí misma. Cuando subía, vi que su coche estaba aparcado en frente de mi portal. Metí la llave rápidamente, no quería decirle lo que él quería oír de mis labios, ni quería pedirle que se quedase porque sabía que lo haría. Soy demasiado chico para decir esas cosas. Así fue la despedida del mejor Año Nuevo de mi vida.

domingo, 1 de enero de 2012

Capítulo 18.

Bajamos al andén que llevaba a Puerta del Sur.
Señalé Tribunal y Plaza de España.
-¿Rojo o Azul?
-¿Qué?
-¿Qué prefieres? ¿El rojo o el azul?
-Me da igual.
-Jo. Elige tú. -dije yo, cuando miré al anuncio que estaban poniendo en uno de los carteles de led rojo: A partir de las 21 h, no se efectuará parada en Sol. -Vale...
-Vamos a la roja.
-Sí porque no habrá paradas dentro de 5 minutos. -reí. Entonces noté que me miraba fijamente; no me ponía tan nerviosa como siempre me pasaba. ¿Eso significaba algo? Vino un vagón y nos metimos. Miraba como las paradas pasaban lentamente, entonces llegamos a Alonso Martínez.
-Salimos en esta.
-Pero, ¿no íbamos a Plaza España?
-Estoy improvisando. -sonreí pícaramente, o eso intenté. Subimos las escaleras corriendo y bajamos al andén de la línea 4 que llevaba a Pinar de Chamartín.
Pasamos las tres paradas hasta llegar a Velázquez y enseñar en que edificio me había basado para escribir mi obra Amor entre Lienzos, también le enseñé todos aquellas formas arquitectónicas que me encantaban, aunque solo fuera un balcón o una enorme casa que estaba derruida. Y así fuimos bajando por una de las calles perpendiculares de Velázquez hasta Recoletos, mirando todas las cosas que había tan preciosas en Madrid.
"Seguro que le aburren todas estas cosas que le enseño. Seguro que piensa que soy una lunática o, peor, que soy aburrida y sosa." pensé. Pero me daba cosa preguntarle.
Bajamos todo Recoletos hasta que llegamos a Cibeles. Durante el trayecto, Rubén buscaba un bar donde vendieran tabaco. Pensaba que estaría menos enganchado.
Por fin llegamos al edificio de la Metropolis y allí fuimos en dirección Montera. Recuerdo que la última que estuve allí, sin ser el de los piercing, cené en un kebap barato con Adolfo, una etapa de dos semanas (o menos) que ya no me importa; bajamos hasta el local del kebap y allí tenían una máquina de tabaco. Y mientras entregaban la cena a Rubén, yo le compré un paquete de Marlboro. Cuando lo sacaba alguien me tocó por detrás, cuando vi a Rubén pensé: "No debe gustarle mi culo, ni siquiera lo ha rozado."
Y empecé a abrir el paquete con cuidado, quité los papeles y todo lo demás. Le pedí el mechero y me encendí uno.
Después de encenderme el cigarrillo de salir de aquel garito, Rubén con la comida en dos bolsas.
-Que frío hace. -comenté. -Tengo las manos heladas.
-Pues dame una. -no sabía qué hacer. Al final, él solo la cogió y fue calentándomela de camino a Plaza de España. El corazón me latía muy rápido.
-¿Dónde nos sentamos a comer?
-Donde quieras.
-Encima que te doy a elegir. -me enfurruñé. -Pues hala, aquí.
Me senté en un de los bancos que pillé, abrí mi kebap y le di un buen mordisco. Y estaba calentito, cosa que hacía que mis manos no sufriesen tanto. Luego tomé la tartera metálica que tenía dentro las patatas fritas mientras me reía de los trozos de comida que se le caían, era un desastre.
-Yo creo que les falta un poco de sal.
-Exacto.
-Pero están calientes y están comibles a medias.
Cuando nos terminamos la cena, se intentó encender un cigarrillo.
-Rubén.
-¿Qué?
-Que no fumes.
-¿Por qué?
-Porque no. -acercó su cara a mí, creía que me besaría al acercarse tanto.
-¿Por qué?
-Porque no. -volví a responder.
-Dime porqué, va.
-Porque ya llevas dos cigarrillos.
-¿Y qué? -dijo totalmente indiferente. -Es el de después de cenar e imperdonable.
"No fumes tanto, me preocupas." pensé pero no se lo dije.
-Venga, déjame. -insistió.
-Toma. -le di el cigarrillo. Entonces mientras terminaba de encenderse el cigarrillo, me acerqué a tirar la basura. -Vamos.
-¿No me vas dejar fumarme el cigarrillo sentado?
-No. -entonces le esperé mientras movía el trasero del banco. Con la excusa del frío, cogí su mano y la tuve cogida durante todo el paseo que dimos cerca del Palacio Real. -Te voy a enseñar la casa de vino.
-¿La casa de vino?
-La llamo así porque es de color vino. Es muy bonita, ya verás.
Cuando llegamos a la esquina de la Catedral de la Almudena y vimos la alzada del edificio comentó:
-Sí que es bonito.
-Una vez, cuando paseaba por aquí, me imaginé una historia de amor en esos balcones.
-¿Cuál? Cuéntamela.
-Es una chica madrileña que se enamora de un italiano pero ésta es obligada a casarse con un madrileño de clase media-alta. Y, varias noches después de que se casan, su esposo la toma por la fuerza, esta se lo cuenta a su amado, él le promete que irá a salvarla pero, va pasando el tiempo y el amado no vuelve. Ella, después de ser brutalmente tomada, se tira desde el balcón al ver que su amado no vuelve a por ella.
-Es preciosa pero triste.
-Claro. -expliqué. -Es mi mejor género, la trágicomedia romántica. Aunque esto es solo el esquema que llevaría.
Seguí paseando con su mano agarrada a mí. Le guié por la calle del Codo, diciéndole algunos lugares que conocía. Luego volví a improvisar y callejeamos un poco y, aunque estaba segura que debía pensar que era un tostonazo de chica, me lo estaba pasando genial. Estaba cumpliendo uno de los objetivos que había puesto en mi lista.
Seguimos perdiéndonos entre aquellas calles de ladrillo rojo y antiguo; entonces, acabamos en un lugar donde había unos borrachos y me asusté; eso hizo que me acercara mucho más a él. Me sentía protegida por él. Acabamos en la Plaza Mayor, yendo juntos y, de pronto, los petardos me sobresaltaron, haciendo que volviera mi fobia a aquellas cosas que una vez casi me explotan en la cara.
-¿Qué pasa?
-Que me dan miedo los petardos.
-¿Y eso?
-Casi me mata uno.
Le conté toda la historia y, a modo de respuesta, me acercó más hacia su cuerpo y el corazón volvió a palpitarme raudo. Y su olor me embriagó, ¿cómo podía desarmarme tan fácilmente? Ponía en peligro lo que yo ya había ensayado, predicho y argumentado de mil manera distintas.
Salimos por una de las calles que llevaba a Sol, habían empezado a acordonar esta zona y la gente que había por las cercanías estaba borracha así que volví a improvisar. Le saqué por una calle en la que no había un mar revuelto de gente y subimos para arriba, ya no sabía dónde estábamos pero me daba igual; él estaba allí conmigo y no me importaba nada más.
De pronto, una galería de arte me llamó la atención, no estaba abierta pero sí iluminada y, presidiendo su escaparate izquierdo, había un cuadro de una hija besando a su madre en los labios.
-No hay nada eterno. -comenté mirando con pesar el cuadro. -Salvo el amor de una madre a sus pequeños.
-Ufff. -bufó. -Mira cuanto cuestan. Son caros.
-Yo los compraría con gusto si tuviera dinero.
Seguimos adelante hasta llegar a una parada de metro Antón Martín. Nos metimos dentro y bajamos al andén con dirección a Pinar de Chamartín. Eran las 23:43 cuando llegó el vagón en el que unas jóvenes de Francia se habían emborrachado y cantaban una canción que no entendía. Tres paradas después nos encontrábamos solos en nuestro vagón. Él miraba fijamente mientras bebía la última lata de Coca-Cola. El viaje fue otro intento de comunicación pero yo sólo decía que me dolían los pies y que no me apetecía caminar. Cambiamos de tren en Tribunal, entonces recibí un mensaje que daba la entrada del nuevo año de Jordi.
-¡Que simpático!
-¿Quién?
-Jordi, me ha mandado un mensaje de año nuevo. -guardé el móvil en el bolso porque no tenía saldo para contestar a mi amigo. Entonces, mientras entraba el aire de un tres que se acercaba, me besó. Yo, a pesar de lo tímido que estaba, sabía que era lo que quería. Y esto trastocó el plan de tal forma que ya no podía dar marcha atrás.
Subimos al tren de la línea 10 que nos llevaría de vuelta al coche y de allí al Buddha. Pero cuando subimos las escaleras de Cuzco y entré en su Ford Focus de color oscuro. Me senté, estiré las piernas sobre la guantera.
-¿Qué te pasa?
-Que estoy cansada. Si quieres ir al Buddha te guío pero me quedo en el coche.
-Entonces no vamos.
-Como quieras. -pero pensaba que se aburriría estando conmigo a solas. Encendimos un cigarrillo y lo fumamos despacio. Él me acariciaba y me cogía de las manos para darme calor. Entonces decidí darle un pequeño regalo por Año Nuevo. Me quité el abrigo que llevaba, a pesar del frío, y me quedé en el vestido de tirantes negro.
-¿No tienes frío? -preguntó él con un tono preocupado.
-No. -respondí. Mi cuerpo podría estar frío pero no mi corazón que había empezado a calentarse por él.

Capítulo 17.

El día 31 y el día 1 son tan distintas que me hacen sonreír.
Pero empecemos con el principio.
El día 31 salí de casa a las 13:40, con unos vaqueros, un jersey de cuello alto rojo y unos botines de Zara negros; una bolsa enorme y una sonrisa en la cara. ¿Qué mejor forma de enfrentar el día? En realidad, la sonrisa no porque fuera feliz sino porque estaba nerviosa. ¿Quién no lo estaría? Hoy conocería a Rubén: mil de conversaciones al otro lado de un ordenador, bromas, puyas y te quiero de Internet.
Llegué a casa de Karla y llamé varias veces pero no me abrió. Me tocó volver a casa para saber de ella.
-Estaba dormida y con todas las puertas cerradas.
"Guay." pensé. "Ahora otro viajecito."
Volví al portal de la chica y llamé, esta vez sí respondió. Entré y la encontré hirviendo agua.
-¿Qué vas a hacer de comer?
-No sé. -dijo Karla pensativa. -Podrías preparar tus macarrones.
En realidad, esa receta no era mía; miles de veces cocinada por Isma mientras sonreíamos y contábamos tonterías de enamorados o hablábamos de nuestra frikeces. Por algo son los Macarrones Ismeños. Y una ensalada.

-¡Dios! Tía cada día los haces mejor. -se relame Karla mientras pincha grupos de macarrones mezclados con los ingredientes.
-El que sabe hacerlos es Isma. Por algo son suyos.
-¡Bah! Seguro que tú los haces millones de veces mejor.
-Te aseguro que no.
-¡Ups!
-¿Qué pasa? -pregunté curiosa por esa expresión de mi morena amiga.
-Tienen cebolla. ¡No hay quien quite el aliento en una tarde! -dice ella como reprendiéndose a sí misma. -Y esta noche trabajo de cara al público.
-¡Bah! Seguirás estando igual de buena que con buen aliento o, si no, métete tres chicles de menta.
-Ya lo intenté. -dice ella resignada a su "mal" aliento. -Y tú no podrás besar a ese príncipe guapo.
"¿Príncipe guapo?" pensé.
-Claro. -dijo como si me hubiera leído la mente. -El chico ese de Valencia.
-Rubén.
-¡Qué pena! -dice con un tono tristón.
-Mejor. Así no podrá besarme ni intentar cosas malas conmigo. -bromeé, en realidad no tenía ninguna gana de besar a Rubén. -Mira lo que voy a llevar.
Saqué de la bolsa extra-grande que mi madre había preparado con el vestido negro de noche hasta la rodilla que había llevado en mi graduación, las medias con hilos plateados (¡odio las medias!), un culotte para que no se me bajasen las medias y los zapatos de tacón grises que me había comprado hacia unos 6 meses.
-Y mira. -sacando el nuevo maquillaje que me había agenciado con Raquel. -¿Te gusta?
-El eyeliner es precioso y tiene pinta de ser fácil de usar.

Unas horas después. Ya habíamos cambiado los vestidos y el maquillaje estaba en nuestra piel. Entonces sonó mi móvil.
-¿Sí?
-Cari, -la voz al otro lado era la de Rubén, con mi mote cariñoso presidiendo cada frase dirigida hacia mí. -estoy en Alcobendas ya.
-¿Tan pronto? -no daba crédito a lo que me decía. Solo había tardado unas cuatro horas.
-Sí pero ahora llévame a casa de Karla. -me dijo una calle que no me sonaba mucho y le dije que pusiera Manuel de Falla como destino, al lado del metro. A los diez minutos, me llamó porque estaba abajo. Terminé de retocarme el maquillaje y bajé, vestida con mi vestido negro, los tacones grises y las medias preciosas que había roto en el proceso de ponérmelas. Nunca me había vestido así para nadie. Ni siquiera para mí.
Cuando bajé, le vi en chándal y deportivas.
-Hola. -saludé.
-Buenas tardes. -después nos plantamos dos besos en las mejillas.
-¿Cómo has llegado tan pronto?
-He ido por los peajes.
-Que tonto.
-Me pediste que estuviera aquí antes de las 7, y aquí estoy. -de pronto, el corazón se puso a mil. ¡Estúpida de mí!
Le comenté lo que me había pedido Karla ya que él tenía coche.
-No me importa.
-Pero, primero tendrás que cambiarte, ¿no?
-Claro, para ir acorde contigo.
-Entonces déjame tu móvil. -pedí. Llamé a Karla y le pedí que le dejara subir a cambiarse y ella aceptó. Subió y mientras él se cambiaba en el baño.
-¿Qué te parece?
-Es simpático.
-No me refiero a eso y lo sabes. -miré a Karla y ella iba a responder cuando él llamó a la puerta. -Pasa.
-Ya está. -dice sonriente. La verdad es que le queda bien esa ropa que se acaba de poner.
Bajamos las escaleras de casa de ella y cuando estamos en frente del coche de él:
-¿No te importa llevarme al Buddha?
-No, claro que no.
-Gracias. -mientras subíamos al coche y arrancaba. -¿E ir a por mi chico?
-Claro que no. -dijo él, terminando de arrancar. -Pero, ¿dónde es?
-En la Plaza de los Músicos. Lara sabrá donde es.
-¿Ah sí? -repuse con una ceja levantada.
-Sí. Tú has venido alguna vez conmigo, ¿no?
-No que yo sepa. -ella se queda sin saber que decir. -Dinos el nombre del bar.
Pero Karla, llegando a su trabajo, no nos dijo nada.
-Luego te daré los 20€ para la gasolina.
-Claro. -dijo él sin problema.
-Pues vamos a por Pepo.
Y cuando aceleró un un poco. -¿Sabes llevarme a Colmenar Viejo?
-Claro. -quería parecer segura. Ya lo había hecho muchas veces. Mostraba un lado que no era el suyo originalmente, luego lo pasaríamos bien y, cuando el tuviese que irse, le diría lo que le decía a todos: Que no era su tipo y que no se esforzase en más.
Llevábamos la radio puesta y parecía que el repertorio de Europa FM eran canciones románticas para despedir el 2011. ¿Acaso iban todas las parejas a ponerse a escuchar la 91.0? Estaba segura de que no.
Estarían en sus casas mirando la tele y comiéndose a besos, para despedir ese 2011 con amor. El camino no se hizo muy largo aunque casi reinaba el silencio, salvo pequeñas indicaciones por mi parte y su intento de hacer conversación, el silencio denso e incómodo estuvo en todo el viaje.

Cuando llegamos a Colmenar Viejo. Nadie podía indicarnos donde estaba el bar donde trabaja Pepo. Y maldije a Karla y su estampa.
-Cari, no te enfades que es final de año.
-Me da igual. -dijo enfurecida. -¿Es que no me puede decir dónde cojones curra este hombre? Me parece mal que gastes gasolina en venir a buscarle y no sean capaces de llamarnos, ni de dar unas buenas explicaciones. -seguí despotricando. -La culpa es tuya.
-¿Mía?
-Sí, por intentar hacerle un favor a una chica guapa para ligar con ella.
-Lo he hecho porque es tu amiga.
-Ya claro. -en realidad bromeaba, me daba igual si Rubén intentaba flirtear con Karla. O creo que no. No lo sé porque estaba tan confusa.
-Ya sabes que a la única que miro es a ti. -y el corazón me dio un vuelco, el segundo desde que estaba con él. Y eso ya que me lo había dicho más de una vez.
De pronto mi móvil sonó. Pepo se reflejaba en la pantalla de mi LG A-133; un móvil que me había costado unos 30€ porque me robaron el mío, con la tarjeta de mi abuelo y todos mis números de teléfono, menos mal que tenía que hacer limpieza.
-Hombre, Pepo.
-Mira, habla con tu chico y dile que ya he cogido un taxi. -abrí la boca de par en par. -Karla no me había avisado de que vendríais a por mí.
Hablé unos diez minutos con Pepo.
-¡Me cago en la estampa de Pepo y Karla! -grité.
-¿Qué pasa?
-Que, después de tirarnos veinte minutos buscando el bar, Pepo ha cogido un taxi.
-¡Joder! -se quejó Rubén.
-No vuelvo a hacer un favor en mi vida. -dije y añadí sin pensarlo: -Y menos cuando tiene que ver con la gasolina de mi novio.
"¿He dicho eso?" pensé. "Lo he dicho, sí."
No me atreví a mirar a Rubén.
Deshicimos todo el camino hasta ir a Plaza de Castilla para ver si el McDonalds estaba abierto, quería invitarle a un Iced Chocolate y, de paso, ver si estaba el Rubén de ojos azules, aunque sabía que no curraba en el turno de tarde. Cuando llegamos estaba cerrado. Eran las 21:30 y ya habían cerrado. ¡Guay! La noche no pintaba muy bien.
-Creo que deberíamos aparcar y dar una vuelta o algo.
-Sí.
-Te tocará improvisar. -pensé en llevarle a Sol a que viera todo aquello que me gusta de Madrid.
-Pues aparca. -bajamos hacia la Plaza de Cuzco y aparcamos cerca de la boca de metro. -Voy a improvisar. -sonreí. Bajamos las escaleras de Cuzco y llegamos a donde comprar los tickets.
Metí mi abono para comprar ya el billete del primer mes de 2012. Pero, como siempre, las máquinas les cuesta coger mi código de barras. Lo intenté un par de veces y dejé que Rubén se comprara dos sencillos.