lunes, 26 de diciembre de 2011

Capítulo 16.

Anoche hablé con Rubén y, mientras lo hacía, estuve leyendo la entrada de ayer.
Las lágrimas se abalanzaron sobre mí. Y llorando me quedé.
¿Acaso la gente puede llorar por nada que no existió?
Ese encuentro solo vivió en mis sueños, durante una noche de 6 horas. ¿Por qué lloro tan fácilmente que no ocurrió ni ocurrirá?
¿Por qué sigo llorando y esperando una promesa que no se cumplirá?
Quizá porque soy una estúpida.
Quizá porque soy una ilusa.
Porque, pese a hacerme la madura, sigo pensando en ello como una cría que esas cosas se cumplen. Pero no es verdad, nadie va a cumplir una promesa hecha a una desconocida.

2 comentarios:

  1. Bueno, para mí el capítulo 16 es el primer capítulo, pero ¿qué importa? Cuando se llega a la vida de alguien no hace falta entrar en ella al necaer, pueder conocerle con 16 años y engancharte a él/ella para siempre. Lo mismo sucede con tus capítulos. Bonito tema el que me ha tocado leer, la ilusión... Que, además coincide con estas fechas navideñas, supuestamente llenas de magia e ilusión.
    Todos necesitamos una ilusión, aunque sea mentira, pero la necesitamos, pues somos seres incompletos que caminamos siempre en busca de una mayor felicidad. En cada elección que hacemos esperamos encontrar un poco más de esa felicidad deseada.Queremos satisfacer nuestras necesidades y hacia ello conducimos nuestras conductas. En nuestra sociedad hay muchos que nos ofrecen esa felicidad deseada, pero en muchas ocasiones lo único que hacen es proponernos soluciones falsas que no planifican del todo la sed de autorrealización que todos sentimos.Solo se camina hacia la felicidad personal cuando intentamos responder a las necesidades más altas.

    Carpe diem!

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  2. Ana, me encanta este pedazo de tocho de comentario. Me has animado a seguir escribiendo. La verdad es que de ilusiones no se puede vivir porque te frustras y acabas mal.

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