lunes, 21 de marzo de 2011

Mi Muestra de Afecto.

Me encanta montarme en tu coche porque, mayoritariamente, huele a tí.
Cuando subo en él es como si entrará en tu mundo, en el que todavía soy una extraña, pero poquito a poquito, y cada vez que entro, me voy convirtiendo en parte de él; ya sé donde guardas las gafas, ya sé donde pierdes los móviles y donde tienes todos los CDs escondidos y sobretodo, lo que te encanta que te haga mientras conduces.

Tu coche no es pequeño, como siempre aseguras, ni grande, como quisieras que fuera, de tamaño no está mal, yo no me quejo porque tu coche es tu coche ¿por qué quejarme de algo que sé que funciona?

Cuando me vienes a recoger lo que más me gusta es sentarme y recibir un beso, de esos que expresan mil cosas, ¿a qué nunca te lo he dicho? Quizá me enfade el día en que dejes de recibirme con un beso de esos, bueno también me enfadaré el día en que dejes de picarme y decirme muchas cosas, me malcrías.

También mola mucho cuando subes la música y nos ponemos a cantar a dúo, siempre acabo riéndome porque desafinas. Sobre todo cuando cantas Estopa como si fuera uno de los mejores grupos del universo y sigo riéndome.
También me encanta ver como pones esas caras mientras conduces, siempre y cuando estés de buen humor, y como me dices:
-¡Ay. neenaa!- con esa voz tuya que me encanta mientras te rasco y acaricio la nuca. De nuestras salidas, lo que más me ha gustado y me molaría repetirlo alguna vez, es caminar por el campo, aunque me gustaría que esta vez no fuese por aquel sino en uno en el que nos podamos perder, en el que piense que de verdad me he perdido y que quizá me encuentre con un conejito blanco vestido con chaleco.

Pero hay algo que me gusta más que nuestras tonterías, como me tratas sería una de ellas, como me llamas cuando me voy perdiendo pero sobretodo, lo que te quiero; eso no podría cambiarlo nadie.
Porque te quiero más de lo que nadie te puede querer ahora mismo.

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