sábado, 15 de octubre de 2011

Stand by me.

Música de fondo.

Si cada una de las personas se diera cuenta de las heridas y marcas dejan, nunca se atreverían a acercarse, ni a rozarme, ni siquiera a mirarme a lo lejos.
Muchas de las heridas nunca cicatrizan, otras se metamorfosean en pequeñas mariposas que revolotean de vez en cuando, otras sencillamente se quedan ahí, sin hacer daño pero sin desaparecer, te acostumbras a su dolor.
Como me pasa con Kos, ya sé que pasa de mí y antes me dolía pero ya no, se ha convertido en una herida que no duele, ni cierra, se queda ahí.
Tengo otra que no cierra y de vez en cuando duele, se llama Isma, a veces sí que duele, desgarra el pecho y grita de dolor.

La herida que tiene mi corazón y no cesa nunca, es la búsqueda de algo que le salve contra una soledad cada vez más absoluta; le da igual pagar un precio desorbitado por ella. Me siento tan sola que ya no me importa nada, solo tener un poco de compañía de vez en cuando, pero cada vez me voy envolviendo en mi capullo que me permite evadirme de la gente porque no me gusta que me vean cuando sufro. Odio que haya gente que me conozca tan bien que sabe cuando sufro solo por decirle una palabra o sentir cómo se me quiebra la voz.

Que alguien se quede a mi lado, no es mucho pedir.

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