lunes, 25 de noviembre de 2013

#24

Estaba en la barra.
OneRepublic empezó a sonar.
Mi mente dejó de ver oscuridad cuando la bola de discoteca empezó a lanzar destellos a cualquier esquina de la discoteca. Me giré hacia la pista de baile. Muchas parejas desperdigadas bailando como si no hubiera un mañana. Pensé que yo sobraba entre todas aquellas parejitas... Pero ella tomó mi mano, su pelo morado cambiaba de tonalidad según el reflejo de la bola de cristal.
La miré fijamente y en ella descubrí unos infinitos ojos verdes que se extendían más allá de su cabeza, de los nervios ópticos hasta su alma, donde pude ver la libertad reflejada en sus pupilas; una libertad que deseaba enjaular en el borde finito de mi cuerpo.
—¡Vamos! —me indicó con una sonrisa—. ¡No deberíamos perdernos la mejor parte de la canción!
—¡¿Es aquella en el que la batería da lo mejor de sí?!
Se encogió de hombros.
—¡¿Me vas a dejar con la duda toda la noche?!
Negó con una sonrisa pícara.
Cuando un poco de luz le dio de pleno, me di cuenta de que no tenía piel perfecta, que la raya se había corrido bastante y que el pintalabios rojo estaba desgastado. ¿Se habría besado con otra? Agarré un mechón de pelo violeta y lo entrelacé entre mis dedos.
No, no era perfecta pero estaba allí, animándome en una noche que lo necesitaba.
Notó que la miraba y volvió a vestir la sonrisa pícara con el piercing en el centro del labio; bailando delante de mí, disfrutando de cada vez que mi mirada se posaba en algún punto de su anatomía. Por fin me atreví a poner las manos sobre su cintura, moviéndome como mi nulo sentido del ritmo me permitía con más de un par de copas de más.
De pronto, el ritmo de la canción se hizo más rápido para que llegase el estribillo. La oí tararearlo cerca de mi oído, haciéndome sonreír.
—If I lose myself tonight... -cantaba y cuando iba a seguir, me besó, dejando mis pulmones sin aire. Llenándolos con su cálido aliento. Sentí algo que dentro de mí se estremecía, como si perdiera fuerza en mis piernas y en mis músculos.
—Si me pierdo esta noche, quiero que sea contigo —me confió en un susurro cerca de mis labios al soltarse del que fue un beso renovador de energía.
Yo también quería perderme con ella, entre los mechones de su pelo morado, en los rincones de sus labios y mordisquear el piercing que había en ellos. Quería hacerla mía esta noche y, posiblemente, mañana también.

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