domingo, 26 de octubre de 2014

#28

Abrí los ojos.
La luz que entraba entre las cortinas abiertas me molestó, lo cual hizo que la zona marrón de mis ojos fuera más grande de lo normal; ¿a quién se le había ocurrido la genial idea de no echar las cortinas?
Me giré y a mi lado, sin que le diese un rayo de sol pero igualmente radiante, estaba ella y hubiera dado cualquier cosa porque los minutos se parasen ahí, justo ahí. En ese momento entre los velados sueños y los ojos abiertos.
Mientras sus ojos se quedaban fijos en mí mientras el esbozo de una sonrisa más que sincera se preparaba para recibirme al nuevo día, besándome con sus ojos verdes llenos de un amor incondicional, de una frescura forestal y un halo de misterio. ¿Qué podía contener detrás de esos ojos?
Miles de pensamientos que, deseo y confío, sabía que eran para mí.
Da igual si desaparecía durante semanas, si volvía a estar entre mis brazos.
Es verdad que quería amarrarla, ponerle una cadena al cuello y atarla; todo para que fuera mía.
Hasta que, un día, mientras dormía; le puse una cadena al cuello; la cadena que llevaba mi inicial.
Por un momento pensé que se molestaría, sin embargo fue al revés: se despertó, me abrazó y me besó. Finalmente, susurró:
—Deseaba que lo hicieras. Lo deseaba con todas mis ganas. Deseaba ser totalmente tuya.

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