martes, 23 de noviembre de 2010

Miraba por la Ventana.

Ella no podía dejar de pensar que el cielo estaba más bonito ese día, un día de invierno, que sus amistosos y queridos días de verano.

Estaba en clase pero estaba en su mundo, estaba encerrada en ese aula, con 16 o 17 compañeros más, pero a la vez se sentía más libre que un pájaro; porque ella no paraba de soñar, ni de disfrutar incluso con los ojos abiertos. Veía las tonterías de sus compañeros sin participar, no es porque se sintiera superior, sino porque se sentía inferior, porque no se sentía que ella no estaba en ese mundo; toda su vida se había desarrollado sin vivir la vida sino observando como se le iba de entre los dedos. Pero ella no quería cogerla con fuerza, siempre, desde pequeña, supo que ella nunca estaría preparada para el mundo exterior, ella nunca debió de haber sobrevivido a la incubadora; nunca debería haber aguantado tanto; era débil y lo único que la hacía sobrevivir en el mundo real era su imaginación y la música; quizá el bailar hasta que su cuerpo le decía basta. Porque solo tenía un par de cosas para sentir que vivía o por las que vivir. Incluso con su novio al lado se sentía sola, porque así se sentía siempre.

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