viernes, 19 de febrero de 2016

Capítulo 128

Buenas noches, amigos.

Ayer no subí nada porque no tenía nada que contar y para contar mi día a día, me parecía un poco tonto porque sólo voy al hospital.

Hoy he estado en el hospital con la abuela de mi novio; serían las siete o más cuando me han dado unas náuseas horribles viendo un anuncio del Yatekomo, ya que es lo mismo que he comido hoy junto con patatas fritas. ¡Viva la remezcla!

Así estaban mis papilas gustativas
Bueno, el caso es que he echado hasta la comida de mi primera comunión y seguía teniendo tremendas naúseas y un mareo flipante; además de que me estaba quedando dormida en el sillón cuando por fin la traen la cena y con todas las ganas del mundo de marcharme. Estoy en la parada del bus, llega el bus, entro y ¡no encuentro mi abono!

Por supuesto, el hombre me deja subir para que busque el abono con cuidado y sin alterarme. Y yo, por supuestísimo, me he alterado cuando he mirado en el bolso, el cual he volcado por completo; me he mirado en los bolsillos del abrigo, en los vaqueros y así hasta que me derrumbo, echándome a llorar con un ataque de pánico porque sé que toca llamar a mis padres para que me vengan a recoger.
Le digo a David que avise a su madre de que mañana no podré ir al hospital porque sin abono me sale más caro el viaje que lo que me pagan; claro que mi novio es idiota y me dice: busca bien a ver si lo tienes en el bolso y no te has dado cuenta.
Gracias por lo obvio cuando he sacado todas mis cosas en un puto asiento y no está, gracias por el gran consejo.


El caso es que después de este enorme consejo, llamo a mi madre para que me vayan a buscar; que he tenido suerte que el conductor del bus fuera majo y se hubiera apiadado de mí ante mi ataque, en el que todos los pasajeros se han volcado debido a mis enormes lágrimas y mis movimientos, también debido a los chillidos de: ¡No está! ¡¿Cómo no puede estar?! Esta mañana he pagado con él y recuerdo haber bajado del bus con él. SE ME HA CAÍDO EN EL PUTO HOSPITAL.



Mi madre me suelta que no me van a ir a buscar porque está muy lejos y no es plan de ir hasta allí, que saque dinero de un cajero y pague el billete de metro.
Entonces, me he cabreado, después he estado pensando que seguramente mis padres me mantengan pero está claro que no me quieren; porque si fuera por mi hermana, habrían ido a Valencia a buscarla, da igual que fueran las diez de la noche o las cinco del a madrugada. Ahora me diréis que es pelusa de mi hermana pequeña, pues no, no lo es. No lo es cuando una de sus amigas confirman que mis padres me tratan como un trapo y a ella como la princesa.
Tras lo cual he estado pensando en qué pasaría si me tirase frente un tren, ¿a quién coño le importaría?


Tras meditarlo mucho, sólo le importaría a mi abuela que es la única que me trata como una persona en esta casa. Encima a ella la tratan peor que a mí y eso sí que me da rabia. Vale que a mí me tengan rabia, que me odien o lo que sea,  pero ¿qué ha hecho mi abuela a nadie? Es una persona alegre, dicharachera que intenta ayudar a mi madre en todo lo que puede, a mi familia en general; y sin embargo la tratan a baquetazos; como si fuera un mueble viejo del que sólo desean desprenderse. Lo cual está provocando en mi abuela una enorme depresión y sólo desea morirse, me da rabia que una persona tan genial y atenta como ella sólo desee irse al otro barrio.
Durante mi viaje en metro he estado pensando que quizá podría irme a vivir con ella a su casa, aunque tengamos que compartir habitación; no me importaría. Estaríamos tan bien ella y yo solas. Sin embargo, con el tema de la muerte he pensado qué pasaría si un día me despertase y me encontrase que ella no respira: de pronto sentí como si me arrancarán un trozo de mi alma, perdiendo aire y ahogándome porque no podía dejar de imaginarme agarrada a mi abuela sin decírselo a nadie, no avisar a nadie. Sólo quedarme abrazada a su cuerpo, esperando a que ella viviera de nuevo.

La verdad es que quisiera llevármela a su casa y estar las dos, incluso adoptar a un perrito y ser felices allí; sin nadie más. Le compraría la comida, lo que ella necesitase; sin necesidad de depender de mis familiares. Ella me ha dicho que le gustaría si tuviese otro cuarto en el que quedarme yo, aunque le he repetido mil veces que no tengo problemas en dormir en su cuarto.

En cuanto al abono, la verdad es que me da absolutamente igual si aparece o no. En sí, me da absolutamente igual todo lo que ocurra a mi alrededor.

Agur.

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