martes, 17 de febrero de 2015

Capítulo 118 #EspecialSanValentín

Buenas noches hijos e hijas del metal. \m/

¿Qué tal habéis pasado San Valentín/Carnaval?

Yo lo pasé relativamente bien a pesar de que el día empezó siendo un poco mierda. El viernes no tenía clase así que me dediqué a estar jugando al Red Dead Redemption para la Play3. Y sí, me he comprado una PS3, barata y bastante bien para todo lo que llevaba, incluyendo un segundo mando y unos 10 juegos, más o menos.
Pero al que más tenía ganas es al RDR porque, en su día, pusieron muy buenas críticas sobre él y, como suele pasarme, pues me quedé con las ganas de probarlo y jugarlo. Es una especie de GTA del Oeste americano, aunque bastante más original porque te dan a elegir si quieres ser bueno o un cuatrero del tres al cuarto. Las misiones principales son más para guiarte al lado “santurrón” del personaje (y digo santurrón a pesar del que tío se dedica más a matar que a hacer el amor, aunque su código ético me gusta, es menos putero que los protas del GTA).
Aunque luego, me di cuenta de que Noche, mi ratoncita, estaba malita; bueno... malita no, que le han salido unas heridas muy feas alrededor del cuello que parece alergia o urticaria y me da pena, pero no puedo bajarla al veterinario por falta de ingresos, eso de que me despidiesen de uno de mis trabajos me ha acabado pasando factura (todo esto pasó después de que me comprase la PS3, que no es que diga: “estoy mal de dinero para mi mascota” y luego me compre la play). Aunque ahora le damos Betadine y una crema para los eczemas y las irritaciones de la piel, y parece que va curando. No quiero poner una foto porque me da mucha pena y no quiero que la veáis así. También intenté informarme en un correo a una clínica veterinaria que tratan animales exóticos (aunque no os lo creáis, un ratón doméstico se le considera mascota exótica) pero no he recibido respuesta de un precio; lo cual no le da grandes esperanzas a mi animalillo. Sé lo que pensáis pero ahora mismo no ando nada boyante como para gastarme 25 o 30 euros en una visita a un veterinario de ese estilo sólo para que me diga que tiene un eczema y que le sigamos poniendo la misma crema que ya le untamos.

Esto cayó por San Valentín.
Mi San Valentín no fue muy allá.
No fue demasiado romántico, preparado ni sexual, por desgracia de mis enormes ganas de echar un buen polvo.
La verdad es que los días anteriores me deprimí un poco porque mis compañeros de clase planeaban cenas románticas en casa, baños con velas y pétalos de rosa, desayunos en la cama y muchísimo sexo en los tres días. Así que, me veis el jueves, yendo a comprar la ropa interior comestible, el disfraz de colegiala sexy, lubricantes, consoladores y un látigo (éste último para mí) para mis compañeras, que se iban a hartar de follar. Y yo con una contractura en el pecho, respirando como los vejetes, doliéndome hasta para tumbarme, pero con unas ganas de sexo con David que lo flipas.

El sábado, San Follatín (yo lo llamo así porque realmente se folla más que se ama, si no pasearos por un sex-shop antes de San Valentín, os vais a encontrar cosas muy curiosas), fuimos a comer al TacoBell (¡que viva la crisis económica de esta mi cartera!), después paseamos un poco por La Vaguada, mirar tiendas y poco más. Claro, yo con unas ganas locas de pillar a David por banda y atarle a la cama, darle con el látigo nuevo y echarle el polvo que ya quisiera Rocco Siffredi. Va, la contractura que me duele el doble. ¡ME CAGO EN MIS SANTOS MUERTOS! Pero, ¿por qué? ¡¡¿POR QUÉ?!!
Me has jodido, puta contractura. Que mi vida sexual se resume a dos polvos por mes y este mes me quedo sin mi cuota por tu puta culpa es que... ¡AGH! (esto lo leen mis amigas y no se lo creen, me tienen por la madonna del sexo).
Así que, me dedico a torturarle con el látigo para que al menos me masajee un poco la espalda y, si puede, me quite la puta contractura y me quedo frita. ¡Es que peor no podía ir la cosa!

A mí, que no me gusta San Valentín (mentira cochina porque soy más pastelosa que los dulces), acabé por regalarle una taza bastante cuqui que encontré y que creía que le iba a gustar, así se toma el café con ella y se acuerda de mí (o de la amante, según con quién haya estado la noche anterior), o para el desayuno/infusiones/chocolate caliente.
La verdad es que la vi en un escaparate y pensé: “Me recuerda a David mucho”. Con eso de que es heavy y va siempre, o casi siempre, de negro pues la ovejilla negra iba con él.

Y, a veces, aunque me queje de que es un soso, un dejado y que sólo me quiere a ratos, sé que es único y que, si puedo, seremos dos ovejitas negras que tendremos corderitos más negros aún y, seguramente, más rebeldes. Eso sí, llevarán crestas punk, chupas de cuero y unas buenas botas con las que irán pisando fuerte por la vida.

Aunque no voy a asumir esos riesgos en mi vida, aún soy demasiado joven para los corderos y hay que estar muy seguro de esas cosas.
Y ahora me da vergüenza escribir por la pedazo de moñada más estúpida de la historia que he soltado en el anterior párrafo. Si me vieran mis compañeros de clase...



Un besazo y descansad mucho. 

2 comentarios:

  1. Anda que no preguntarme a mi, con todas las mascotas que he tenido...
    El betadine lo estarás diluyendo con agua, ¿no?

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    Respuestas
    1. Ni se me ocurrió, para qué veas como tengo la cabeza.
      Y no, le estaba echando betadine a palo seco y una crema para la urticaria.

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