domingo, 3 de febrero de 2013

Pensamientos demoledores.

Hoy me estoy deshaciendo.
Creo que era hora de tener un pensamiento triste. Pero esto es demoledor, un pensamiento que destroza mi mente y muele mis huesos.
Ojalá llegase un día en el que los pensamientos no doliesen, en el que el sentimiento de soledad no siguiese aquí. Quisiera abrirme sin miedo a que me destrocen porque confío pero con cautela y cada vez es mayor el miedo a que vuelvan a destrozarme, a rajarme las venas para sentir que estoy viva.
Hace unas semanas que no lo hago pero cada vez es mayor la sensación de que me hundo y de que no saldré adelante.

Y no, no quiero ser yo quien se siente sola a cada minuto. No quiero que el sentimiento siga en mi pecho mientras siento como cada vez valgo menos.
Ayer, con la tontería de verdad o reto por Skype, Jon contestó que tenía miedo a que nadie le recordase cuando se fuera. Ese es uno de mis miedos, no es el que más pesa sino el que más liviano se hace cuando llega el siguiente miedo: el miedo a morir recordando sin haber vivido mi vida. Aunque, ¿qué más da? Hace tiempo que reconocí mi pasividad en este mundo. Debería recordarlo cada día, a cada hora, minuto y segundo.

Tengo demasiados miedos hoy, miedos que mañana solo serán terrores nocturnos y pasado mañana serán meros pensamientos que desaparecerán.

¿A qué teméis vosotros?

1 comentario:

  1. ¿Sabes? Yo siempre he tenido el mismo miedo de Jon, y sobre todo, desde la muerte de Juan Marcos, una muerte tan así... sin esperarla...
    Pero no estás sola :)

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